jueves, 23 de septiembre de 2010

La palabra sexo es empleada en otros sentidos. Por ejemplo, es muy usada como variable demográfica y como índice de status sociales y jurídicos. Usos tales como tipología sexual, identidad sexual y papel sexual son otros de los ejemplos posibles. Y lo mismo ocurre con el sexismo, la expresión más reciente incorporada a este vocabulario, por influjo de palabras como racismo. De este modo, en la primera categoría de sentido, sexo designa ciertos aspectos de los individuos, pero no necesariamente referidos a quien es uno, sino también a cómo se comporta, o a como esperamos que se comporte. La expresión comportamiento sexual se vuelve problemática cuando la consideramos más allá de su uso informal y cotidiano. Comportamiento sexual comúnmente se refiere a lo que la gente “hace” sexualmente (“practicar el sexo”). Actividades tales como el coito o a la masturbación pueden ser incluidas inmediatamente en esta categoría.

El comportamiento sexual autoerótico.  Es la manifestación más anticipada de la sexualidad genital y sigue siendo uno de los comportamientos con diferencia sexual más perdurable. Mientras que otros muchos  indicios de la sexualidad manifestados por hombres y mujeres se han hecho convergentes en las últimas décadas, incluyendo la edad del primer coito, y la capacidad de respuesta a materiales visuales y eróticos, las proporciones de masturbación han permanecido en discrepancia. Aunque muchas más mujeres se masturben hoy día que hace veinte años, la frecuencia con que se masturban sigue siendo considerablemente inferior a la de los hombres. Algunos informes preliminares sobre niños en el primer año de edad sugieren que existe poca o casi ninguna diferencia sexual en la frecuencia de juegos autoeróticos (Galenson, 1975).  


López Sánchez Félix. La educación sexual de los hijos. Madrid. Pirámide.

Que es la sexualidad. Hemos nacido en una cultura, la judeocristiana, que ha mantenido durante años una visión negativa de la sexualidad. La sexualidad era vista como las partes bajas o sucias el cuerpo y como una pasión fuente de peligros. En esta cultura, el uso legítimo de la sexualidad se reducía al matrimonio heterosexual y siempre que se hiciera con fines procreadores. Se consideraba inmoral la actividad sexual antes, fuera o después del matrimonio. Dentro del matrimonio solo se podían usar los anticonceptivos naturales, rechazando el resto de posibilidades para controlar la natalidad. La masturbación era considerada una conducta pecaminosa y los deseos y fantasías sexuales también, de forma que unos y otras debían ser rechazados. Esta visión no se corresponde con la realidad. Es, en el mejor de los casos, una dotrina religiosa  legitima para las personas que tienen estas creencias: pero, como dotrina religiosa, no se puede imponer a los demás en un estado laico, no confesional. La sexualidad es una dimensión humana extremadamente rica que tiene múltiples aspectos y también múltiples posibilidades.

Con la sexualidad podemos buscar y conseguir diferentes cosas: placer, tener hijos, disfrutar de la ternura, el afecto, la comunicación, el compromiso, el amor, etc. Tiene muchas posibles funciones. La sexualidad se vive de forma muy personal, porque la gran diferencia con la sexualidad animal es que la sexualidad humana no pertenece al reino de la necesidad (no está dictada por la hormonas u otros componentes biológicos) sino al reino de la libertad (por que las mujeres y los hombres pueden y deben tomar decisiones sobre si quieren o no tener actividad sexual, cuando, con quien y como). La libertad para decidir si o no a la actividad sexual y la capacidad para organizar la vida sexual de formas muy diferentes, con biografías sexuales muy diferentes, es lo auténticamente humano.

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